Teniendo en cuenta lo escrito anteriormente, está claro que en todas las actividades de comunicación debe tenerse presente el estrecho vínculo entre biodiversidad y sostenibilidad. El apoyo a la naturaleza y la biodiversidad se considera, hoy en día, uno de los elementos más importantes para medir el compromiso de una empresa con la sostenibilidad, también porque la biodiversidad genera muchos beneficios, entre ellos:
- mitigar el cambio climático, respaldar la salud humana y crear empleo;
- junto con unos ecosistemas sanos, aumentar el nivel de resiliencia mundial ante fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, tormentas y otras catástrofes;
- garantizar la supervivencia de todo el sistema que, a su vez, garantiza la supervivencia de la raza humana;
- asegurar el funcionamiento de todos los sistemas alimentarios que dependen de la biodiversidad (dos ejemplos: plantas productivas y suelo fértil);
- reducir la tasa de mortalidad ligada a factores medioambientales en todo el mundo;
- mitigar la contaminación del aire, el agua y el suelo.
Todas estas posibilidades y recursos que proporciona la biodiversidad deben gestionarse de forma perceptiva, cuidadosa y sensata (en una palabra: sostenible) para que su uso mejore las condiciones de vida de todos. Biodiversidad y sostenibilidad deben ir de la mano si queremos mantener nuestro planeta habitable. La conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible son objetivos interconectados que pueden alcanzarse, entre otras cosas:
- apoyando a los clientes en su camino hacia la sostenibilidad;
- realizando contribuciones concretas para corroborar los compromisos medioambientales de los clientes;
- cumpliendo los requisitos de información relacionados con la sostenibilidad y la rápida expansión de la información obligatoria.
Además, la biodiversidad sostiene directamente la agricultura, la silvicultura, la pesca, el turismo y otras actividades económicas. Según la OCDE, la biodiversidad también aporta beneficios vitales a nuestras sociedades y economías a escala mundial, regional y local, como el ciclo de nutrientes, la provisión de hábitats, la polinización, el control de la erosión del suelo y la regulación del clima.